Xiomara Castro prestó juramento como la primera mujer presidenta de Honduras, en medio de una crisis política que amenaza sus planes para la empobrecida nación.
Hablando en la ceremonia, la líder izquierdista dijo que estaba tomando la iniciativa de un país «roto», pero prometió buscar la justicia social y la transparencia.
Castro, de 62 años, prometió hacer frente a las poderosas bandas de narcotraficantes y liberalizar las leyes estrictas sobre el aborto.
Pero su agenda se ha visto socavada por una disputa en su Partido Libre.
El esposo de la Sra. Castro, Manuel Zelaya, gobernó el país desde 2006 hasta 2009, cuando fue derrocado por un golpe de Estado. Se postuló para el cargo dos veces en los años posteriores a su destitución, antes de su victoria en las elecciones de noviembre pasado.
Desde entonces, la Sra. Castro ha disfrutado de una ola de positivismo entre el público. Su llegada marca el final del reinado de 12 años del derechista Partido Nacional, que ha estado plagado de escándalos y acusaciones de corrupción.
Miles de personas se unieron a la ceremonia de inauguración en el estadio nacional de la capital, Tegucigalpa.
“La catástrofe económica que heredo no tiene paralelo en la historia de nuestro país”, dijo en su discurso, destacando la necesidad de reestructurar la deuda nacional.
Pero prometió: «Mi gobierno no continuará con la vorágine de saqueos que ha condenado a generaciones de jóvenes a pagar la deuda que contrajeron a sus espaldas».
La vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris, estuvo entre los funcionarios extranjeros que asistieron a la inauguración y recibió una gran ola de aplausos de la multitud reunida.
El gobierno de Biden espera que Castro luche contra la corrupción, la pobreza y la violencia, problemas de larga data que han ayudado a impulsar la inmigración ilegal del país centroamericano a Estados Unidos.
El vicepresidente de Taiwán, William Lai, también estuvo en la ceremonia, ya que Honduras es uno de los pocos países del mundo que tiene relaciones diplomáticas con Taipei.
La Sra. Castro reemplaza al divisivo presidente Juan Orlando Hernández, quien ha sido perseguido por acusaciones de vínculos con el tráfico de drogas después de que su hermano fuera encarcelado por traficar en los EE. UU., afirmaciones que él ha negado repetidamente.
La banda presidencial le fue puesta por su opción preferida para líder del congreso, Luis Redondo.
Pero asume el cargo en medio de una disputa con disidentes de su propio partido.
Castro había llegado a un acuerdo con otro candidato, Salvador Nasralla, quien se retiró de la carrera para fortalecer sus posibilidades de victoria.
A cambio, Castro se comprometió a apoyar a Redondo, quien es del partido de Nasralla, como líder del Congreso. Pero un grupo de diputados de Libre se rebeló contra el candidato propuesto y se alineó con el Partido Nacional para votar por uno de sus miembros para presidir el Congreso.
Como resultado, los candidatos rivales se han declarado jefes del Congreso, y el punto muerto podría resultar en una parálisis legislativa.