Es innegable el legado imperecedero que Hayao Miyazaki e Isao Takahata han dejado en la historia del manga y el anime. La creación de Studio Ghibli no solo marcó un hito en el género, sino que también dio vida a obras maestras que perduran en la memoria colectiva desde la década de 1980.
Sin embargo, la trayectoria de este dúo icónico se gestó mucho antes de la fundación de Ghibli. Ambos talentosos creadores pasaron por diversos estudios, participando en una amplia gama de proyectos. Fue en la mediados de la década de 1970 cuando dejaron una huella imborrable en Occidente con dos series que aún resuenan en la memoria de muchos: «Heidi» y «Marco».
Isao Takahata asumió el rol de director en ambas series, producidas en su totalidad por Nippon Animation, mientras que Hayao Miyazaki desempeñó funciones secundarias, como ajustador de escenas en «Heidi» y escenógrafo en «Marco». Estas series resultaron ser un rotundo éxito, marcando un antes y un después en Occidente al ser los primeros animes en internacionalizarse, contribuyendo así a la apertura gradual de Japón al mundo.
Más allá de su impacto occidental, estas series representaron un punto de inflexión en el panorama del anime en Japón. Hasta ese momento, la mayoría de los animes se centraban en la acción, alejándose de un enfoque más convencional de slice of life, donde el guion y la construcción de personajes apenas tenían importancia.
Tanto Takahata como Miyazaki se erigieron como pioneros al ofrecer historias animadas con una profundidad emocional notable en la gran pantalla. Este enfoque marcó un cambio significativo en la industria, orientándola hacia una narrativa más rica y compleja. Así, el legado de Miyazaki y Takahata no solo se limita a Studio Ghibli, sino que se extiende a su contribución fundamental en la evolución del anime como forma artística y narrativa.