La crisis energética en Honduras ha alcanzado niveles preocupantes, afectando tanto la economía como los hogares hondureños. La falta de planificación y acción por parte del gobierno ha llevado a constantes cortes de energía en todo el país, exacerbando la situación. A pesar de que se pudo haber evitado esta crisis hace cuatro años mediante la licitación para aumentar la capacidad energética en más de 300 megavatios, Honduras aún no ha adquirido nueva energía para satisfacer la demanda actual.
La incapacidad de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) para adquirir energía a tiempo en el mercado regional en 2023 ha agravado la situación, mientras que países vecinos tomaron medidas anticipadas para garantizar su suministro. La crisis actual, con un déficit de entre 120 y 180 megavatios, podría empeorar en los meses de julio y agosto debido al efecto del fenómeno de El Niño, lo que aumentaría la demanda y disminuiría los niveles de los embalses hidroeléctricos.
Expertos coinciden en que la crisis energética en Honduras no es solo un problema de generación, sino también estructural, con un sistema de transmisión obsoleto que requiere una renovación que llevará tiempo y recursos. A pesar de que la crisis era previsible, la pandemia de COVID-19 retrasó su llegada debido a la reducción en la demanda.
Se sugieren diversas medidas para abordar la crisis, como la reducción de la demanda mediante pruebas rápidas para identificar soluciones efectivas. Sin embargo, algunos temen que medidas extremas, como racionamientos o contrataciones directas de energía, puedan ser inevitables si no se toman acciones preventivas de manera inmediata. Esta crisis está teniendo un impacto significativo en la economía del país, siendo Honduras el único país en Centroamérica enfrentando racionamientos eléctricos.