La reciente renuncia de dos figuras clave en el gobierno de Xiomara Castro ha dejado en evidencia lo que muchos hondureños ya sospechaban: un gobierno que llegó al poder vendiendo promesas de cambio y lucha contra la corrupción, pero que ha terminado envuelto en un escándalo que muestra la otra cara de la moneda. La dimisión de Carlos Zelaya, hermano del expresidente Manuel Zelaya y cuñado de Castro, junto a la de su hijo José Manuel Zelaya, exministro de Defensa, pone en tela de juicio la integridad de un gobierno que prometía hacer las cosas de manera diferente.
Cancelación de Extradiciones: ¿Protección a los Aliados?
La decisión de Xiomara Castro de cancelar el tratado de extradición con Estados Unidos no pasó desapercibida, y para muchos fue una jugada clara para proteger a sus familiares y aliados cercanos del largo brazo de la justicia internacional. Este tratado, que había facilitado la extradición de numerosos narcotraficantes hondureños, era una de las pocas herramientas efectivas en la lucha contra el crimen organizado. Al eliminarlo, Castro envía un mensaje preocupante sobre la dirección en la que su gobierno realmente está llevando al país.
La maniobra ha sido vista como un intento de blindar a figuras como Carlos Zelaya, quien recientemente admitió haberse reunido en 2013 con conocidos narcotraficantes para recibir aportaciones económicas para su campaña política. Aunque Zelaya niega haber recibido dinero, su confesión y la grabación de la reunión sugieren lo contrario. Esta situación no solo expone la hipocresía del gobierno de Castro, sino que también destruye la confianza que muchos ciudadanos depositaron en el Partido Libre al votar por un cambio real.
Fraude Político y Traición al Pueblo Hondureño
El desmantelamiento de las promesas de campaña de Castro, desde la lucha contra la corrupción hasta la supuesta transparencia, no es solo un golpe al actual gobierno; es una traición a los millones de hondureños que confiaron en su liderazgo. Muchos votaron por una visión de un país más justo y libre de la corrupción que ha plagado la política hondureña durante décadas. Sin embargo, el espectáculo reciente de renuncias y confesiones de nexos con el narcotráfico revela que el Partido Libre ha fallado en honrar esa confianza.
El verdadero fraude político no es solo la traición de las promesas, sino la burla descarada hacia un pueblo que anhela un cambio real. Las maniobras de Castro y su gobierno no solo protegen a sus familiares, sino que también muestran una falta de respeto por la ley y por el mandato que se les otorgó. El teatro del gobierno se ha caído y ha dejado al descubierto una administración que ha optado por el encubrimiento y la complicidad.
Lección para las Próximas Elecciones: Saber Votar
La caída de este teatro político debería servir como una lección crucial para todos los hondureños: la importancia de saber votar y no dejarse llevar por las promesas vacías de quienes solo buscan perpetuar su poder. En las próximas elecciones, es fundamental evaluar no solo las palabras, sino las acciones de los candidatos y sus partidos. El gobierno actual ha demostrado ser un fraude que traicionó la confianza del pueblo, y es un recordatorio contundente de que el cambio verdadero no vendrá de quienes son parte del problema.
Los hondureños merecen un liderazgo que verdaderamente luche contra la corrupción y no uno que se esconda detrás de excusas y maniobras legales para proteger a sus propios miembros. El Partido Libre ha perdido su credibilidad, y en las urnas se deberá reflejar ese descontento. Es momento de votar con conciencia, recordando que el poder está en manos del pueblo, y que es responsabilidad de cada ciudadano elegir líderes que realmente representen los intereses de una Honduras libre y justa.