La frase «La mitad es para el comandante» apareció pintada en el bulevar Fuerzas Armadas de Tegucigalpa, desatando un nuevo episodio de descontento popular contra el gobierno actual. El mensaje, escrito en grandes letras amarillas, se ha convertido en un símbolo de la frustración ciudadana hacia la corrupción y el tráfico de influencias que parecen dominar la política hondureña.
Este graffitti no es un simple acto de vandalismo; es una acusación directa que resuena con la indignación de los hondureños. La frase hace referencia a una declaración de Carlos Zelaya, hermano del expresidente Manuel Zelaya, captada en un video donde se le escucha negociando con narcotraficantes sobre la entrega de grandes sumas de dinero para financiar la campaña política del partido Libre en 2013. En la grabación, Carlos Zelaya asegura que la mitad de esos fondos serían destinados a su hermano, apodado «el comandante vaquero».
El impacto de la corrupción en la sociedad
La aparición de este mensaje en uno de los principales bulevares de la capital refleja el hartazgo de la población ante la corrupción desenfrenada que ha marcado la historia reciente del país. No es la primera vez que se utilizan las calles como un lienzo de protesta; en el pasado, frases como «¿Dónde está el dinero?» también decoraron los muros de Tegucigalpa como una crítica al manejo de fondos públicos por parte de anteriores administraciones.
Para muchos, «La mitad es para el comandante» simboliza algo más profundo: un sistema donde las conexiones y los pactos oscuros se imponen sobre los intereses del pueblo. Es un recordatorio doloroso de cómo los recursos, que deberían destinarse a mejorar la vida de los ciudadanos, terminan en manos de unos pocos privilegiados.
Silencio oficial y respuesta ciudadana
Hasta el momento, las autoridades no han emitido ninguna declaración oficial sobre la pintada, manteniendo un silencio que solo aumenta la desconfianza de la población. La falta de respuesta por parte del gobierno contrasta con la rapidez con la que estas imágenes se han difundido en redes sociales, convirtiéndose en un fenómeno viral que difícilmente podrá ser ignorado.
La frase «La mitad es para el comandante» no solo denuncia a individuos específicos, sino que es un grito colectivo contra la impunidad y el abuso de poder. En un país donde las voces críticas muchas veces son silenciadas, este tipo de protestas creativas se han convertido en una forma de resistencia, un modo de recordar a los poderosos que la verdad no puede ser encubierta para siempre.
El surgimiento de esta frase en el corazón de Tegucigalpa es un reflejo del clima de desilusión que permea a Honduras. Más que una simple pintada, es una sentencia que expone la vulnerabilidad del sistema y el cansancio de una población que exige transparencia y justicia. Mientras el gobierno guarde silencio, las palabras «La mitad es para el comandante» seguirán resonando como un eco de la verdad que muchos se niegan a escuchar.