En medio del escándalo que envuelve a su cuñado, Carlos Zelaya, la presidenta Xiomara Castro ha intensificado su discurso, asegurando que se está gestando un golpe de Estado en su contra. Este tipo de declaraciones no solo generan tensión, sino que parecen ser un intento de desviar la atención de los verdaderos problemas que enfrenta su gobierno, incluyendo las crecientes demandas de renuncia por parte del pueblo hondureño.
Durante las recientes manifestaciones, como la marcha del pasado viernes, miles de hondureños salieron a las calles exigiendo la renuncia de Xiomara Castro, hartos de la corrupción y la falta de soluciones reales. En lugar de atender las preocupaciones legítimas de los ciudadanos, la presidenta ha optado por una retórica divisiva que señala a la oposición y a sectores críticos como conspiradores de un supuesto golpe de Estado. Este discurso no solo polariza a la sociedad, sino que también incita al odio y a la desconfianza entre los propios hondureños.
Es fundamental que el pueblo se mantenga vigilante y no se deje manipular por narrativas que buscan ocultar la verdad. Las demandas de justicia, transparencia y cambio deben seguir siendo el enfoque, y es esencial que los ciudadanos exijan respuestas claras y no se conformen con discursos de confrontación que solo buscan perpetuar el caos y el conflicto. La voz del pueblo es poderosa y, en las próximas elecciones, debe reflejar un rechazo a la manipulación y un compromiso con un futuro más honesto y equitativo para Honduras.