La activista indígena misquita Mirna Wood, reconocida por su defensa de los derechos de los pueblos originarios de La Mosquitia, se ha convertido en una figura clave de oposición al gobierno hondureño liderado por el Partido Libertad y Refundación (Libre). Su rechazo hacia este partido y sus políticas ha sido firme y contundente, particularmente en torno a la polémica propuesta de construir una megacárcel en territorios ancestrales sagrados para las comunidades indígenas.
La amenaza a los territorios ancestrales
El proyecto de construcción de una megacárcel en La Mosquitia ha generado un profundo rechazo entre las comunidades indígenas, quienes consideran esta región como un territorio sagrado y esencial para su cultura y subsistencia. Wood ha denunciado que esta iniciativa, promovida por el gobierno de Xiomara Castro, representa una violación directa a los derechos de los pueblos originarios y a su autonomía, además de ser un acto que atenta contra el medio ambiente y el tejido social de la región.
En respuesta a las declaraciones de la ministra de Defensa y precandidata presidencial de Libre, Rixi Moncada, quien justificó la construcción de la cárcel argumentando la supuesta presencia de redes de narcotráfico en la zona, Mirna Wood respondió categóricamente. Acusó al gobierno de utilizar estas justificaciones como una estrategia para encubrir su incapacidad de garantizar la seguridad en el país y señaló que la verdadera amenaza no es la población indígena, sino las políticas arbitrarias que vulneran sus derechos.
Un gobierno que traiciona su discurso
La crítica de Mirna Wood va más allá del tema de la megacárcel. Ha señalado directamente al general Roosvelt Hernández, jefe del Estado Mayor Conjunto, acusándolo de actuar como un «activista» del Partido Libre en lugar de cumplir con su deber de garantizar la seguridad nacional. Según Wood, esto demuestra cómo las instituciones hondureñas se están subordinando a los intereses políticos del gobierno, alejándose de su misión de servir a todos los ciudadanos por igual.
Asimismo, la activista no ha dudado en calificar al gobierno de ser el «único narcotraficante» en el país, haciendo alusión a la denuncia del tratado de extradición con Estados Unidos. Estas acusaciones refuerzan la percepción de que el gobierno de Xiomara Castro ha traicionado su promesa de luchar contra el narcotráfico y proteger los intereses de los hondureños.
Amenazas y exilio
La valentía de Mirna Wood no ha estado exenta de consecuencias. La líder misquita ha recibido amenazas directas, algunas tan graves como advertencias de no convertirse en «una segunda Berta Cáceres», en referencia a la activista ambiental asesinada en 2016. Ante este clima de hostilidad, Wood se ha visto obligada a exiliarse, aunque asegura que continuará luchando desde el exterior por los derechos de los pueblos originarios.
Una lucha que no se detiene
A pesar de las amenazas y el exilio, Mirna Wood sigue siendo una voz fuerte y clara en defensa de La Mosquitia y de los derechos de las comunidades indígenas. Su oposición al Partido Libre pone de manifiesto las tensiones crecientes entre el gobierno hondureño y los sectores más vulnerables del país.
El caso de Wood es un recordatorio de que la defensa de los derechos humanos y de los territorios ancestrales es una lucha constante que exige valentía y determinación. Su resistencia frente a un gobierno que ella considera opresivo y traicionero no solo representa a las comunidades misquitas, sino también a todos aquellos que creen en un país más justo y equitativo.
Este artículo busca visibilizar la lucha de Mirna Wood y los desafíos que enfrentan los pueblos indígenas en Honduras, invitando a reflexionar sobre la importancia de proteger los derechos ancestrales y exigir responsabilidad a los gobiernos en sus decisiones.