La aprobación de la ley que prohíbe el matrimonio infantil en Colombia es un hito significativo en la protección de los derechos de niñas y niños. Hasta ahora, la legislación permitía que menores contrajeran matrimonio, una realidad que expone no solo la vulnerabilidad de la niñez, sino también el nivel de perversión social y cultural que sustentaba este tipo de prácticas.
El matrimonio infantil, considerado por muchos como una práctica que legitima la explotación y el control de menores, ha estado presente en diversas partes del mundo bajo el disfraz de tradiciones, costumbres o acuerdos familiares. En Colombia, esta realidad permaneció oculta a plena vista, respaldada por leyes que, en lugar de proteger a los menores, parecían legitimar un contexto de desigualdad, abuso y sometimiento.
¿Qué Implicaba el Matrimonio Infantil en Colombia?
Bajo la antigua legislación, menores de edad podían casarse con el consentimiento de sus padres o tutores. Este marco legal era terreno fértil para el abuso, permitiendo a adultos y familias justificar uniones que, en muchos casos, colocaban a las niñas (y en menor medida a los niños) en situaciones de violencia sexual, explotación y restricción de su desarrollo personal. Lejos de ser un acto de amor o estabilidad, estas uniones perpetuaban ciclos de pobreza, dependencia y traumas.
El Nivel de Perversión en la Legislación y la Cultura que la Respaldaba
El hecho de que se permitiera el matrimonio infantil refleja un grado de perversión en la estructura social y legal del país. Permitía, en muchos casos, que adultos formalizaran relaciones con menores, bajo el manto de «legalidad» que ofrecía esta disposición. En lugar de priorizar la protección de la infancia, esta normativa facilitaba un entorno donde se ponía en riesgo el bienestar y la integridad de las personas más vulnerables.
La existencia de esta ley demostró cómo el machismo, la desigualdad de género y el control sobre la vida de las niñas y niños estaban (y en ciertos casos, aún están) profundamente arraigados en algunos sectores de la sociedad colombiana. Además, muchas veces las uniones «forzadas» bajo esta normativa obedecían a dinámicas familiares, económicas o de control que minimizaban la capacidad de decisión de las niñas, dejando una clara huella de la urgencia de un cambio.
El Impacto de la Prohibición y el Camino por Recorrer
La prohibición del matrimonio infantil marca un cambio necesario en el rumbo del país hacia la protección y el empoderamiento de sus menores de edad. Implica reconocer que las niñas y niños tienen derecho a una infancia plena, a estudiar, desarrollarse y tomar decisiones sobre su vida cuando estén en capacidad de hacerlo. Esta ley, más que una reforma legal, es un mensaje claro de que no se tolerará la explotación, el abuso o el control bajo el disfraz de la tradición o el consentimiento parental.
Sin embargo, es fundamental que esta nueva legislación venga acompañada de políticas públicas que fortalezcan la educación, la prevención de la violencia de género y la protección de menores. Prohibir el matrimonio infantil es un paso, pero erradicar las causas profundas que lo propiciaron debe ser el verdadero objetivo para asegurar un cambio sostenido.
Conclusión
Colombia ha dado un paso crucial al prohibir el matrimonio infantil, dejando claro que no hay justificación alguna para que menores sean sometidos a uniones que limitan su desarrollo. Es un momento para reflexionar sobre el camino recorrido y reafirmar el compromiso de proteger a las niñas y niños de todo tipo de explotación, abuso y prácticas arcaicas que atentan contra sus derechos fundamentales.